Un Dorado caribeño en Estonia a -14º celsius.

Entre agosto de 2016 y agosto de 2017 estuve en Estonia, por medio de la Beca EURICA de Erasmus Mundus, estudiando en la Universidad Tecnológica de Tallinn, en Tallinn, capital del país báltico de Estonia, un país a más de 10.000 km del Caribe colombiano.

 

Aunque quiero denotar con Dorado a esa ciudad legendaria, hecha de oro ubicada en el territorio del antiguo Virreinato de Nueva Granada; precisamente el oro que encontré no fue monetaria sino cultural, por medio de asombros, choques,  y experiencias culturales. Y aunque las palabras “-14 celsius” y “Caribe” en entornos naturales son mutuamente excluyentes; pude apreciar y sentir la calidez báltica de locales e inmigrantes de Estonia durante el invierno de 2016 a 2017.  

¿Cuál fue mi hoja de ruta para encontrar ese Dorado?

1. Antes de zarpar a Europa me cercioré que tanto presupuestalmente como psicológicamente estaba enfocado en hacer networking.

Durante los meses preparativos de mi estancia en Estonia, que fueron mayo y junio de 2016, precisamente un año antes, mayo de 2015 me encontraba en Dalian, China. Entonces, tras vivir en China me propuse que de tener otra oportunidad de vivir en el extranejero iba a tomar más networking que clases presenciales. Fue así como matriculé asignaturas cuya demanda en compromisos fuese baja para tener más tiempo por fuera de la Universidad, y durante los fines de semana. Con esto logré un balance entre la vida social y académica que es importantísimo tenerlo, dado que como becario un desbalance desproporcionado hacia un lado puede repercutir en consecuencias negativas a nivel de salud física, y mental.

Además, gracias al consejo de varios ex-becarios decidí ahorrar del estipendio de la beca para explorar más ciudades de Estonia, y descubrir otros países de la Unión Europea. El presupuesto para el viaje cubría lo necesario en alojamiento, alimentación, transporte, y emergencias (AATE); y psicológicamente estaba preparado a cuánto choque cultural me presentaran los locales, dada ya la experiencia en China que había tenido un año atrás.

2. Recorriendo y explorando las calles de Tallinn un día descubrí que de la mano de locales se vive de forma más intensa, y diversa.

Una vez desembarqué en tierras bálticas y tras 2 meses de explorar la ciudad de Tallinn, al puro estilo de Pocahontas (que a propósito los invito a leer un breve artículo sobre la historia real de Pocahontas, por  Mireia Mullor) en octubre de 2016 encontré e hice amistad con un personaje que fue el puente entre su cultura báltico-nórdica y mi persona que llevaba un cargamento de cultura caribeña colombiana lista para ser compartida con locales e inmigrantes. 

 

Este personaje ya se encontraba familiarizado con ritmos caribeños como el merengue, afroamericanos como el jazz, y afrobrasileros como la samba; además entre algunas de sus amistades había músicos, y bailarines de salsa y bachata. Este encuentro de dos culturas significó que a -14º celsius pudiésemos disfrutar de un merengue cálido como Suavemente del cantante de orígenes puertorriqueño Elvis Crespo; o de una mezcla entre electrónica y cumbia colombiana como La mezcla (Michel cleis ft Toto la momposina) en esta versión de Paul Kalkbrenner. Es así como la música y el  baile dieron pie a esa sincronía entre invierno gélido, y calidez de hogar.

 

Entonces lo de intenso en el subtítulo se explica porque celebraciones como Día de Muertos, Navidad, año nuevo, cumpleaños, Semana Santa, San Valentín, fiestas patrias se vivieron de forma distinta, y al estar con una familia local de Estonia estas vivencias se sintieron, interiorizaron, y disfrutaron aún más. Siempre agradecido estaré con esa familia de Estonia que me acogió y me hizo sentir un verano desde noviembre/2016 a febrero/2017.

3. Una vez hecha la amistad con locales, invité a más personas con alma caribeña a disfrutar de una cultura local tal vez exótica para esas personas.

Teniendo ese puente baltico-caribeño, fue así como una autopista de ambos lados del puente se asfaltó para que más compañeros de clases, viajeros, colegas de trabajo, inmigrantes y amigos pudiesen tener la oportunidad de ver una relación interracial que con orgullo, franqueza, y alegría proponia espacios en donde sus respectivas culturas se expresaban en baile, música, tradiciones, anecdotas, dichos, entre otros aspectos. Además esa relación fue consciente que más culturas podían acercarse; las principales provenían de Rusia, Finlandia, Alemania, Suecia, Malasia, Turquía, México, Argentina, Honduras, Nigeria, y  Ghana. Dicho puente interracial se cerró en agosto de 2017, pero aún sigue la comunicación a pesar de los más de 10.000 km que separan al Mar Caribe del Mar Báltico.



Mi Dorado fue encontrar una cálida luz resplandeciente en el iris de locales en Estona. Mi aporte fue estar abierto a relaciones, tertulias para un café, copas después de una larga jornada laboral y académica, exposiciones culturales, excursiones en campos abiertos, y viajes en metro, tranvía, y tren que me acercaban a hogares de viajeros dispuestos a compartir a cambio de nada (les recomiendo consultar la plataforma de couchsurfing). Esta apertura me dio la bienvenida a una acentuada vocación en relaciones internacionales e interculturales para ser embajador de nuestra Cuenca del Caribe (a título personal), y tener por ella un gran sentido de pertenencia e identidad, porque antes de hacer cualquier actividad de networking siempre recuerdo qué raíces llevo. ☕  

 

 

 


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