
Gracias a la gestión del ICETEX, y Fundación Carolina, hice parte de un grupo de emprendedores sociales afrodescendientes, por medio de la Beca Belisario Betancur, que me permitió tomar el curso en Creatividad e innovación en comunicación digital y redes sociales de la Escuela Complutense de Verano en el otoño del 2021 en Madrid.
Inicialmente iba a tomar el curso de Dirección comercial y marketing 4.0., pero dada una reasignación de cursos por motivos de la pandemia del Covid-19, quedé matriculado en el de Creatividad e innovación y tuve como compañeros de clases a community managers, diseñadores, periodistas, comunicadores; pero también tuve abogados, vendedores, y docentes. Esta diversidad en ocupaciones se condensaba en algo común que nos unía: nuestra 1. afrocolombianidad, 2. regiones, y 3. causas sociales en beneficio de las comunidades a las que pertenecemos y territorios en los que vivimos.
Tras haber compartido con este grupo de emprendedores, líderes, y profesionales afros quedé más curioso y menos curioso con respecto a algunas realidades de Colombia, y de nuestras respectivas regiones. También podría decir: estar enfocado y no enfocado, o darle importancia y quitarle importancia a ciertas “realidades” que como ciudadanos nos armamos, y en algunos casos se nos imponen.
¿A qué le estoy dando importancia tras esa estancia en Madrid?
1. Escuchar en persona, o por medios audiovisuales, las narrativas de la región del Pacífico.
Siendo un negro del Caribe colombiano sentí el mismo orgullo por llevar sangre africana de nuestros antepasados de parte de mis colegas del Pacífico. El hecho de tener una ancestralidad de origen común también me hizo sentir empatía por los relatos de emprendimiento rural, empoderamiento femenino, y lucha social para tener una vida digna dentro de los territorios y para/por las comunidades. Una narrativa contada por las personas que defienden sus causas sociales.

Como contraste, por mucho tiempo, de niño y adolescente me informé de los afros del Pacífico por medio de los grandes noticieros colombianos. Hoy y a mi parecer, cuando estos noticieros transmiten información de esta región, escenas de violencia armada, narcotráfico, y corrupción son las que usualmente se ven por la pantalla. Siento que hay una tendencia para enfatizar esos hechos, que aunque ciertos, no explican en detalle y con profundidad la realidad y el contexto de esos hechos del Pacífico colombiano.
Antes, durante y tras esa estancia en Madrid he conocido en persona a chocoanos, caucanos, y nariñenses, que me han ayudado a comprender narrativas que nunca saldrían por esos grandes noticieros colombianos.
2. Sostener una voz emprendedora propia que represente a nuestros hermanos y hermanas afros del Caribe.

Durante los últimos 4 años he sido parte del gremio caficultor de especialidad en Santa Marta, desde el área de exportaciones. En esos 4 años he ido a ferias de café de especialidad, visité la SCAA de Boston de 2019, 3 ferias de productos exportables en Bogotá, he charlado con muchos dueños de marcas y cafeterías de especialidad, y usualmente en ese gremio empresarial agroalimentario exportable son pocos los negros y negras administrando o gerenciando proyectos agroindustriales, o realizando negociaciones con importadores.
Me pregunto:
¿Será que puedo justificar esto por el racismo estructural que hay en Colombia?; o
¿Se justifica por mi desconocimiento del recurso humano gerencial de los sectores exportadores del carbón, banano, y palma de aceite del Magdalena?;
Y me hago otra pregunta: ¿cómo será esta situación empresarial en ciudades como Cartagena o Cali que son ciudades exportadoras de productos y servicios de alta población negra y afrodescendiente?
Por prudencia no responderé; pero desde el actuar seguiré por más años (vinculado de forma directa o indirecta) en la economía solidaria con productos y servicios exportables que se cosechan desde territorios que construyen tejido social.
3. El empeño de andar, andar, y andar; preguntar, preguntar, y preguntar; escuchar, escuchar y escuchar.
Siguiendo con la línea empresarial, los verbos del subtítulo se afianzaron más en mis hábitos cotidianos. Si algo hemos aprendido por una u otra razón los afrocolombianos emprendedores de causas sociales y ambientales es a PERSISTIR, a RESPONDER, y a SENTIR.
Por una afinidad personal, cultural e histórica decidí trazar una ruta por Sevilla y Granada en España, justo para los tiempos de mi estadía en Madrid de ese otoño, para conocer la escena del café de especialidad con ese acento andaluz, y para saber cómo distintas cafeterías mostraban, enseñaban, y narraban las historias de los países productores al servir un café.

En ese andar de cafetería en cafetería, preguntaba a los baristas sobre su experiencia con los cafés de origen; su proceso de compra en España, y su estilo distintivo en decoración. En algunas cafeterías no era incluso necesario preguntar: o porque desde la entrada ya se veía lo poco o nulo de especialidad en el café, o porque desde la entrada hasta la salida uno se sentía satisfecho porque todo el servicio estaba impregnado de calidad para el cliente, desde el asa de las tazas, hasta los sacos donde traían el café verde importado desde Colombia.
Como complemento, sustituto, o alternativa del café está el cacao; y sé que de parte de unos compañeros de clases de los departamentos de Nariño, Cauca, y Chocó hay personas como yo impulsando en equipo un producto exportable desde y por sus territorios.
Un llamado a seguir aportando a las comunidades rurales, y por la comunidad rural del Caribe colombiano fue lo que viví en Madrid por 3 semanas. Esta ciudad ya la había visitado en el 2017, también gracias a una beca por méritos académicos, pero esta vez puse mi atención en la cultura que los compatriotas mostraban desde sus respectivos departamentos, y regiones para debatir, inspirar, y tratar de vivir tranquilos. ☕