
Del 11 de marzo al 11 de julio del 2015 estuve en el LNU-MSU College of International Business en Dalian, China, tomando clases de relaciones internacionales, gracias a una beca financiada por el programa Conexión Global de la Universidad del Magdalena. En esta experiencia tuve un trío de primera-vez: primera subida en avión, primera salida al exterior, y primer acto racista hacia mi persona. Montarse en avión, y salir al exterior nos separa físicamente de nuestros seres queridos; y el acto de discriminar a alguien nos separa de ese alguien al ponernos una barrera por motivos de etnicidad, religión, afiliación política, recursos económicos, etc.

En cierta medida separación fue lo que sentí cuando estuve en Dalian por 4 meses. Pero así como sostengo en el título, sentí una vibra calurosa caribeña en Dalian, al compartir con compañeros de clases nativos, y lugareños. Entonces ¿de qué forma uno siente una vibra calurosa caribeña en Dalian cuando la temperatura promedio es de 16ºC, y el mar Carribe está a 14.000 km?. La respuesta es la gente.

Aunque una ciudad fría para muchos, calurosa para mí en el sentido que hay algo en común entre chinos y colombianos: la familia, y la comunidad son factores claves, puesto que hasta cierto grado China y Colombia son sociedades colectivistas. Al representar el caribe colombiano en las aulas de clases del LNU-MSU College of International Business en el noreste chino, pude apreciar varias similitudes entre ésa parte de China, y ésa parte de Colombia. Similitudes que sostengo a continuación en 3 partes:
1. A veces xenofobia por ignorancia, a veces xenofobia por convicción: un anciano chino me pregunta: ¿por qué soy negro?.
-¿Por qué eres negro?
-¡Eh!… porque… . Y mi mente se fue en blanco.
En lo anterior no me refiero al primer acto racista que mencioné en el primer párrafo (situación que explicaré en otro artículo), acá me refiero a un comentario que me hizo un señor de avanzada edad sobre mi color de piel. Sus gesto de sorpresa, ingenuidad, y curiosidad por saber el porqué mi color de piel era distinto al de él, y para más curiosidad, por qué yo tenía una piel oscura. Recordar el rostro de este anciano 7 años después me dibuja una pequeña sonrisa, porque era como si un niño preguntase: “papá, ¿por qué ellos hablan con los ojos cerrados?” o “mamá, ¿por qué las mujeres acá son tan delgadas?; o abuelo ¿por qué ellos usan duchas públicas?, ¿no es raro eso?”.

7 años después en el Caribe colombiano tenemos una gran población de vecinos inmigrantes venezolanos buscando oportunidades en tierras vecinas colombianas, ya que en sus tierras la política y la economía al parecer no han ido de la mano en beneficio de la sociedad venezolana. A diferencia del gesto ingenuo del anciano, hay colombianos por convicción que rechazan la entrada de inmigrantes venezolanos, y culpabilizan a la población inmigrante por razones como inseguridad, la falta de limpieza, robo de trabajos en sus municipios, entre otros. ¿Será que esa xenofobia por convicción se justifica por una ingenuidad en exceso?. No sé.
Entonces, tanto el noreste de China, como el norte de Colombia son regiones geográficas con puertos marítimos y fronteras internacionales. Regiones donde el encuentro entre culturas y etnias es propiciado por el comercio, el turismo, y la investigación. Sin embargo, vemos que no es suficiente tanto comercio, turismo, e investigación para impregnarse de humanidad, saber y sentir que el otro es tan igual y distinto a nosotros.
2. Compartir con amigos, vecinos, y ser sociables: una familia de cocineros me invita a cenar de un momento a otro.
-¡Ven, ven, acompáñanos!.
-Miro hacia atrás, y vuelvo nuevamente la mirada hacia ellos, y les pregunto: ¿es a mí?
-¡SÍ TÚ!, estamos de fiesta nacional y queremos compartir contigo.
A diferencia del punto anterior, en China se respira mucho este sentido de comunidad, y se respira mucho más en barrios por fuera del centro, o en poblaciones rurales. Vivir esta escena me hizo sentir en casa, en mi ciudad natal, en Valledupar. En China no es necesario hacer contacto físico para saludar, basta con un ademán o señal mas el Ni Hao, o 你好, pero una vez uno entra en más confianza con ellos, respeta la cultura, y devela interés por aprenderla, los chinos se vuelven conversadores, afables, y gentiles. Similar cuando caribeños vemos a extranjeros tratando de entender las entonaciones del eche, o ajá (explicado acá por Martina La Peligrosa), o la canción vallenata de Playas Marinas de Calixto Ochoa, o el estilo de vida de vivir sabroso al lado del mar: en comunidad, en hermandad, en compañerismo.

Y esa comunidad se entrelaza mucho en las comidas. En China, la comida callejera, y en restaurantes de zonas populares, comerciales, y estudiantiles es muy accesible en precios y variada. En el Caribe colombiano podríamos decir a un amigo: vamos por unas empanadas, una arepa e’ huevo, o un menú del día y charlamos sobre esa vaina. En el noreste de China, y en una ciudad de más de 7.000.000 de habitantes como Dalian se puede visitar un restaurante con precios módicos diferente por 365 consecutivos sin repetir. Entonces vivir en comunidad y compartir un plato de comida entre colombianos y chinos, en fiestas nacionales, es un factor común hasta cierto grado.
3. Por mucho que intentemos suavizar nuestros acentos de lenguas maternas se va a notar: hablamos duros, rápido, y súmale que hay entonaciones.
– Acá parece que estuviesen peleando.
– Pues, en mi país a veces parece que estuviesen actuando, bailando, o cantando.
Para hispanoparlantes el mandarín es un idioma gramaticalmente sencillo y fonéticamente difícil; la antítesis del castellano siendo gramaticalmente difícil y fonéticamente fácil para sinoparlantes. Sin embargo, si nos vamos a los regionalismos, y acentos de cada región en lugares como el mercado, restaurantes, parques, y centro comerciales factores como el volumen al hablar, la rapidez, y las entonaciones (o cantadito) predominan, son un concierto para los oídos, y son un factor común entre los chinos de Dalian, y los colombianos caribeños.

Para algunos japoneses que van a China; y para algunos alemanes que van a Colombia: el mandarin y castellano que aprendieron respectivamente en sus países de origen y con libros de texto carecía de toda esa magia en sonidos, entonaciones, ritmo, melodía, encanto, drama, comedia, tragedia… . Recorrer las calles de Dalian era hacer parte de una aula al aire libre: llena de enunciados en caracteres chinos por doquier que señalaban los comercios, parques, restaurantes, sitios históricos, etc; también personas en las calles, aunque reservadas o distantes a simple vista, estaban muy prestas a brindar ayuda, consejos, y recomendaciones con el poco o nulo inglés que tenían (cosa que hacemos en Colombia, cuando sí o sí queremos ayudar a un extranjero en apuros, pero: lectores ¿si el extranjero es venezolano aún brindamos ayuda, consejos, y recomendaciones ?).
Una calurosa primavera en el noreste de China con acento del Caribe de Colombia que me hizo reflexionar sobre el complejo, diverso y vasto mundo en el que todos somos vecinos globales.